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25 marzo 2017

Yo de mayor quiero ser...

A pesar de que la lluvia y el mal tiempo no invitaban a salir de casa, el ponente que nos visitaba este viernes pasado lo merecía. Aunque no fue la cena Omega con más asistencia del curso, un buen número de jóvenes venció la apatía meteorológica y se acercó a la parroquia para sentir un testigo de lo más interesante. Sólo cinco días después de celebrar la fiesta de San José, patrón de la vida religiosa, no podíamos tener un invitado mejor que el Joan Mundet, seminarista de nuestra diócesis de Barcelona y monitor del grupo de Limoncitos del Esplai.

Muchos de los asistentes ya conocíamos personalmente el Joan por su vinculación al Esplai, pero la mayoría desconocíamos la historia de su vocación, con la que nos obsequió en su testimonio. Hijo de una familia numerosa, Joan es el pequeño de ocho hermanos. Inspirado por el ejemplo de sus padres, desde muy pequeño, él soñaba con casarse y formar una familia numerosa. Como todos sus hermanos, Joan fué educado en un ambiente católico y aprendió de su madre el amor por la oración y los sacramentos. Animado por ella y por la formación catequética que recibía en la escuela, Joan fue aumentando su vida de oración, hasta que, con tan sólo 14 años, sintió una llamada inesperada: Dios le pedía que fuera sacerdote.

Esta revelación trastocó completamente los planes de Joan, que debería renunciar definitivamente a su deseo de casarse y formar una familia. Pero después de largas horas de discernimiento, él veía claramente que éste era el plan de Dios para su vida. Actualmente,  Joan está estudiando el tercer curso de Teología en el seminario conciliar de Barcelona, ​​donde convive con una nueva familia de 29 seminaristas más.

Después del testimonio, durante la cena, los jóvenes asistentes formularon numerosas preguntas, sobre todo orientadas al descubrimiento de la propia vocación. Su respuesta, basada en su experiencia personal, se puede resumir, sencillamente, en una palabra: la oración. Joan no invita a reservar un momento del día exclusivamente por el diálogo con Jesús y alimentarnos diariamente de su palabra, para apaciguar los ruidos externos innecesarios y sentir cada vez con mayor nitidez su voz en nuestras vidas.

Rogamos, pues, para que el Señor haga crecer, a nuestras comunidades, nuevas vocaciones al sacerdocio ya la vida consagrada. Porque, como ha pedido el Papa Francisco en su mensaje de oración por las vocaciones, el Pueblo de Dios necesita pastores enamorados del Evangelio, que sepan hacerse cercanos a los hermanos y sean signo vivo del amor misericordioso de Dios .

Antoni Barenys

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